La artritis reumatoide
(AR) es una enfermedad crónica, sistémica, inflamatoria que afecta de forma
predominante a las articulaciones periféricas produciendo una sinovitis inflamatoria
con distribución simétrica que provoca destrucción del cartílago, con erosiones
óseas y deformidades articulares en fases tardías. La prevalencia de la AR es
cercana al 0,8 %. Es más habitual su debut en la cuarta y quinta década de la
vida, y su afectación en las mujeres (3:1).La etiología de la AR permanece aún
desconocida. Se postula, como la teoría más aceptada, la existencia de un
agente infeccioso como desencadenante de la enfermedad sobre un individuo
genéticamente predispuesto.
La AR es una poliartritis
crónica simétrica. En muchos casos se inicia de forma insidiosa con astenia,
anorexia, sintomatología musculoesquelética imprecisa hasta que se produce
habitualmente una poliartritis, sobre todo, de manos, muñecas, rodillas y pies.
Las que más habitualmente se afectan al inicio de la enfermedad son las
metacarpofalángicas y, casi con igual frecuencia, los carpos. Las
interfalángicas proximales y metatarsofalángicas también son usuales. A nivel
axial solamente se afecta la columna cervical, fundamentalmente la articulación
atloaxoidea.
La clínica suele
comenzar con dolor e inflamación en las articulaciones afectadas. La rigidez
matutina prolongada (mayor de una hora) es típica. Además se puede presentar
tenosinovitis, bursitis, roturas tendinosas y problemas musculares, como debilidad
y atrofia. Si la enfermedad progresa, aparecen deformidades articulares habituales: desviación en ráfaga cubital por subluxación
de articulaciones metacarpofalángicas, flexión de la interfalángica distal
(dedo en martillo) y, en el primer dedo, hiperextensión de la
metacarpofalángica con flexión de IF
(deformidad en Z). También se desarrollan subluxaciones y luxaciones.
En cuanto a las manifestaciones
extraarticulares son diversas; pueden
aparecen nódulos reumatoides; manifestaciones pulmonares, vasculitis reumatoide;
manifestaciones cardiacas neurológica también óseas, renales, hepáticas, y
hemotológicas.
No existe ninguna
prueba específica para el diagnóstico de la AR. Los hallazgos analíticos característicos
son: Factor reumatoide positivo, otros anticuerpos positivos, los exámenes radiológicos
también ayudan al diagnóstico. El American College of Rheumatology ha revisado
los criterios para el diagnóstico de la AR con una sensibilidad y especificidad
cercanas al 90%. No obstante, el hecho de no cumplir estos criterios, sobre
todo, durante las primeras fases de la enfermedad, no excluye el diagnóstico. El tratamiento en la
AR tiene persigue fundamentalmente el control del dolor y de la inflamación
articular, para conseguir evitar las deformidades y conservar una buena
capacidad funcional y controlar los síntomas extraarticulares, cuando aparecen.
En el tratamiento médico se usan AINES, corticoides, fármacos modificadores de
la enfermedad (metotrexato y la sulfalacina), también se usan algunos agentes
biológicos.