28 ago 2013

ARTRITIS REUMATOIDE

La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad crónica, sistémica, inflamatoria que afecta de forma predominante a las articulaciones periféricas produciendo una sinovitis inflamatoria con distribución simétrica que provoca destrucción del cartílago, con erosiones óseas y deformidades articulares en fases tardías. La prevalencia de la AR es cercana al 0,8 %. Es más habitual su debut en la cuarta y quinta década de la vida, y su afectación en las mujeres (3:1).La etiología de la AR permanece aún desconocida. Se postula, como la teoría más aceptada, la existencia de un agente infeccioso como desencadenante de la enfermedad sobre un individuo genéticamente predispuesto. 

La AR es una poliartritis crónica simétrica. En muchos casos se inicia de forma insidiosa con astenia, anorexia, sintomatología musculoesquelética imprecisa hasta que se produce habitualmente una poliartritis, sobre todo, de manos, muñecas, rodillas y pies. Las que más habitualmente se afectan al inicio de la enfermedad son las metacarpofalángicas y, casi con igual frecuencia, los carpos. Las interfalángicas proximales y metatarsofalángicas también son usuales. A nivel axial solamente se afecta la columna cervical, fundamentalmente la articulación atloaxoidea.

La clínica suele comenzar con dolor e inflamación en las articulaciones afectadas. La rigidez matutina prolongada (mayor de una hora) es típica. Además se puede presentar tenosinovitis, bursitis, roturas tendinosas y problemas musculares, como debilidad y atrofia. Si la enfermedad progresa, aparecen deformidades articulares  habituales: desviación en ráfaga cubital por subluxación de articulaciones metacarpofalángicas, flexión de la interfalángica distal (dedo en martillo) y, en el primer dedo, hiperextensión de la metacarpofalángica  con flexión de IF (deformidad en Z). También se desarrollan subluxaciones y luxaciones.
En cuanto a las manifestaciones extraarticulares son diversas;  pueden aparecen nódulos reumatoides; manifestaciones pulmonares, vasculitis reumatoide; manifestaciones cardiacas neurológica  también óseas, renales, hepáticas, y hemotológicas.

No existe ninguna prueba específica para el diagnóstico de la AR. Los hallazgos analíticos característicos son: Factor reumatoide positivo, otros anticuerpos positivos, los exámenes radiológicos también ayudan al diagnóstico. El American College of Rheumatology ha revisado los criterios para el diagnóstico de la AR con una sensibilidad y especificidad cercanas al 90%. No obstante, el hecho de no cumplir estos criterios, sobre todo, durante las primeras fases de la enfermedad, no excluye el diagnóstico. El tratamiento en la AR tiene persigue fundamentalmente el control del dolor y de la inflamación articular, para conseguir evitar las deformidades y conservar una buena capacidad funcional y controlar los síntomas extraarticulares, cuando aparecen. En el tratamiento médico se usan AINES, corticoides, fármacos modificadores de la enfermedad (metotrexato y la sulfalacina), también se usan algunos agentes biológicos. 

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