El herpes zoster es la manifestación
de la reactivación del virus varicela zoster (VVZ), que cursa con afectación
cutánea localizada habitualmente en un dermatoma y que se asocia a la
inflamación del nervio del área correspondiente.
En el curso de la varicela, el
virus pasa desde la piel y las mucosas a los ganglios sensitivos, asciende
centrípetamente por vía nerviosa (fibras nerviosas sensitivas) y también se
disemina por vía hematógena.
En condiciones normales, el virus
se mantiene latente o neutralizado. Si la inmunidad celular desciende por debajo
de un grado crítico, el virus continúa replicándose en el ganglio y causa
necrosis neuronal, inflamación ganglionar y neuralgia. A través de los nervios
sensitivos y las terminaciones nerviosas, el virus avanza hasta la piel, donde
produce las lesiones cutáneas.
En la tercera edad, parece que el
causante de la reactivación del virus sería la disminución de la inmunidad
celular frente al VVZ. Otras veces su aparición se ha relacionado con estados
de inmunodepresión, entre los que se incluyen procesos infecciosos de los que
cabe destacar la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH),
los linfomas (en particular la enfermedad de Hodgkin) y otras neoplasias, así
como los tratamientos inmunodepresores, entre otros. No obstante, en muchos
casos la reactivación no se relaciona con ninguna alteración objetivable.
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